terça-feira, março 25, 2008

Dos poetas muertos

AUTOR: MATILDE ESPINOSA DE PEREZ
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Dos poetas muertos
24 de Marzo de 2008.

Redactor de EL TIEMPO.

¿Hace cuánto no aparece en primera página de la prensa colombiana el lanzamiento de un libro de poesía? Muchos años. Lustros. Decenios. En lo que respecta a EL TIEMPO, posiblemente desde 1973, cuando apareció en primera plana la publicación de Nova et vetera, el último libro de León de Greiff (1895-1976). Contrasta el desinterés informativo por la poesía con lo que fueron los grandes recitales y las coronaciones de laurel decimonónicos, cuando la declamación de un poeta llenaba de bote en bote el teatro principal. Ahora, la poesía popular la ejercen los cantautores ante enormes auditorios y, con contadas excepciones, la vida y la obra de los poetas constituye un ejercicio casi clandestino. Sus nombres solo se asoman a los titulares cuando mueren, como es el caso de Matilde Espinosa de Pérez, la poetisa caucana que acaba de fallecer en Bogotá a los 98 años.
Autora de 14 libros de poesía, el último de ellos publicado el año pasado, fue considerada por sus colegas como una de las grandes poetas nacionales. Así lo señaló el exigente Enrique Uribe White en 1979. Maruja Viera dice que era "una de las voces más altas, sonoras y cristalinas que haya producido este siglo (XX) la literatura en idioma castellano". Y Rafael Maya la exaltó como ejemplo de autenticidad. Activista política de izquierda, demostró especial sensibilidad social en sus poemas, pero no le fue ajena la lírica íntima. Así lo demuestra uno de sus últimos poemas, donde habla de la muerte, "ese implacable viento" que la arrastró el martes pasado.
Un día después de ella, en el extremo opuesto del planeta -Columbo, Sri Lanka-, moría un poeta que conoció la fama y la riqueza. Arthur C. Clarke, nacido en Inglaterra en 1917, fue científico, matemático y novelista, y su obra toda respira una mirada poética sobre el cosmos y el futuro. Escribió casi cien libros, pero lo hizo célebre 2001: Odisea del espacio (1968), gracias a la película de Stanley Kubrick; allí expresa su idea de que la Tierra es apenas un puerto hacia la inmensidad interplanetaria. Sus relatos carecen de arquetípicos protagonistas y no hay en ellas dictadores que pretendan dominar el universo desde una luna de Júpiter mediante naves de guerra. Es la presencia hermosa, esperanzadora y serena del espacio lo que caracteriza la visión de Clarke. Al fin y al cabo, un poeta, que ayudó a que sus contemporáneos se aproximaran a la idea de un mundo más amplio y generoso que el que, a veces denigrado y al final paralítico, le tocó a él vivir.

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FONTE: El Tiempo (Colombia) - Bogotá,Colombia

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