terça-feira, maio 12, 2009

Saldo deudor


Saldo deudor
Publicada a las 08:25 AM del 12 de Mayo de 2009 El Nacional

Los espacios culturales tienen significación por sí solos, están asociados estrechamente a la memoria.

Las vivencias allí experimentadas son intransferibles y germen de sentimientos infinitos: la pasión, el amor, el destello que se asoma para enseñarnos cómo puede ser la trascendencia.

Más de una vez, los grandes artistas o escritores que son entrevistados, hablan de aquellos momentos ­el verso de un poema, la actuación de tal actriz, el sonido agudo de un violín, la imagen imperturbable de un cuadro­ que fueron determinantes en su formación. Son como chispazos de alta significación que cambian vidas, tuercen destinos o ven nacer vocaciones. Pero esto no sólo opera en quienes manejan entre sus manos los misterios de la creación, sino también en el público general, que es capaz de amar, odiar y estremecerse mientras ve una pieza de teatro.

A diferencia de las rebajadas vidas que llevamos, donde los muertos son noticia diaria, en el campo de la creación vida y muerte son fuerzas simbólicas que el artista maneja a su antojo para llevarnos a uno u otro sentimiento.

Traigo esto a colación porque en los espacios del Ateneo de Caracas que hoy se desalojan a la fuerza transcurrió buena parte de mi formación creadora.

Los libros presentados, las conferencias ofrecidas, los talleres impartidos, los conciertos escuchados, los espacios abiertos donde pude sentarme con mis hijos a ver títeres o el solo de una bandola, suman no menos de treinta años de vivencias, emociones, encuentros o sanos debates en ese recinto. Y ese saldo, que es difícil de transferir porque se mide con cifras que son del alma, se lo debo a todos aquellos que hicieron posible todas las imágenes y secuencias que lo han alimentado sin descanso hasta hoy.

Estoy en deuda, pues, con esos gestores, programadores o artistas que sin desvelo intervinieron en la forjadura de lo que hoy soy, y a quienes por entregarme tamaño obsequio no puedo sino agradecerles con la mínima retribución que estas líneas puedan significar.

Hablar a título personal, sin embargo, puede ser una trampa si ignoramos todo lo que esos espacios han contenido a lo largo de los años para tantos otros.

Hojeo por azar el libro Retratos de una pasión, dedicado a María Teresa Castillo, por muchos años presidenta de la institución, y los rostros de personajes como Alejandro Otero, José Ignacio Cabrujas, Sergio Ramírez, Mario Vargas Llosa, Gal Costa, Ernesto Cardenal, Barbarito Diez, Pablo Milanés, Jacques Lacan, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Salvador Garmendia, Adriano González León, Gerard Phillipe, Vivian Leigh, Diego Rivera, Alejo Carpentier, Bola de Nieve, Vicente Gerbasi, Jacobo Borges o Morella Muñoz, vienen a mi auxilio para hablarme de una resumida historia cultural del siglo XX y para estampar el aura de diversidad, intercambio y profundo respeto que esos espacios significaron a lo largo de toda su trayectoria.

La Unesco ha determinado en casi todos sus documentos normativos que la creación o los espacios que a fomentan son la prioridad número uno de cualquier política cultural.

Es sano que esto se recuerde en un país que hasta hace pocos años, bajo el concurso de instituciones públicas y privadas, fue la envidia del continente en cuanto a oferta de institucionalidad y programación culturales se refiere.

Los que sólo se esfuerzan en fomentar la desmemoria para rehacer la historia, sepan que en el Ateneo de Caracas se hizo política cultural de la buena, pues nadie puede borrar y menos desalojar lo que queda sembrado en el espíritu.

FONTE: EntornoInteligente - Caracas,Distrito Capital,Venezuela
http://www.entornointeligente.com/
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FOTO: Morella Muñoz
in http://upload.wikimedia.org/
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