segunda-feira, maio 04, 2009

Confesiones de un "cienfueguero ausente"


Confesiones de un "cienfueguero ausente"
Lisandra MARENE (cip219@cip.enet.cu)

Foto: Internet (04/05/2009) 11:00 a.m.

Ante el auditorio, Eduardo Torres Cuevas piensa en voz alta. Quienes hoy escudriñan en cada rincón en busca del pasado inherente a la Perla, devienen testigos de su preocupación: "Hablar de la cultura implica arar y sembrar el terreno.

Sólo así la semilla echa raíces, se hace árbol y da frutos. Pero hemos dejado crecer mucha maleza alrededor".

El rostro todo revela. No olvida él la época cuando cursó aquí la primera enseñanza en la entonces Escuela Hermanos Maristas y más tarde en la Academia Militar del Caribe. Graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras (1962) en el Instituto de La Víbora, en La Habana, jamás supuso cortar el cordón umbilical que le ataba "a su patio", confiesa el hoy Doctor en Ciencias Históricas (1990).

¿Qué segmento de su obra historiográfica tiene real génesis en Cienfuegos?

"Toda, por dos razones: mi familia es cienfueguera y gran parte de mi niñez y juventud la pasé en Caunao. Respiré ese aire como complemento del de la capital. No sé qué de mí pudiera separar, porque ello me ha dado un mayor sentido de la cubanía".

Sus investigaciones destacan, fundamentalmente, lo que es y representa la cubanidad. ¿Pudiera definir el término en relación con la cienfuegueridad?

"Se trata de un amplio espectro donde caben factores y elementos que han conformado desde lo regional hasta lo universal. Hablo de un espíritu en común. ¡Existen particularidades, claro! Es ésta una ciudad muy culta -junto a mi tío, el pedagogo Eduardo Torres Morales, aprendí más de los clásicos: Hermann Hesse, Premio Nobel de Literatura (1946); el escritor checo Franz Kafka. Esta urbe ha tenido siempre un soplo de pretensión".

En anteriores entrevistas declaró usted que le atrae el siglo XIX por ser un período fundacional en nuestro país. La Colonia de Fernandina de Jagua emergió en 1819. ¿Acaso alguna de sus indagaciones la han tenido por eje temático?

"No he publicado ningún estudio sobre mi ciudad, pero sí lo he soñado mucho. ¿Sabes cuánto me lo ha impedido? Aparte de los compromisos, entraría en un terreno que a otros les pertenece. He sido un cienfueguero ausente. Quizás mi visión está cargada de exageración y crítica a favor. No me considero el más ponderado para escribir al respecto. Sí aliento a rescatar la historia local desconocida por la juventud (...)

"De hacerlo, me gustaría reproducir las décadas de los 40, 50 y 60 del siglo XX, etapas fabulosas, decisivas, creativas, de grandes pasos, héroes, de pérdidas y retrocesos".

Si iniciara una pesquisa sobre el terruño que le vio nacer, ¿qué título la guiaría?

"El desborde de la imaginación. Mientras en ciertos lugares se llega al límite, aquí cualquier cosa resulta posible. Los sitios te obligan a soñar: ese malecón, el Prado, la bahía, el Jardín Botánico...

¡Sabes, una de mis piezas musicales favoritas es Luna cienfueguera! Hubo un tiempo en el cual nadie la escuchaba y yo clamaba por ella. Podría ser ese otro título, ya no de un texto histórico; se me ocurre, por ejemplo, un poemario. ¡Se lo merece!".

Sobre la base de su personalidad, ¿cómo conceptualiza las expresiones: sentido de pertenencia y arraigo?

"En conversación con Alfredo Guevara, a propósito de una conferencia que recién impartió, comentaba que es inexplicable; la razón y los argumentos lógicos no alcanzan para ello. Hay dos países de enorme patriotismo. Los franceses vibran al escuchar su himno nacional: La Marsellesa. Los cubanos lo hacemos igual con el nuestro. Hay algo primario en el corazón de ambos pueblos: han cultivado su Historia.

"Siempre me llamaron la atención los reconocidos habaneros y santiagueros residentes hoy acá. Esta casa atrae; le caracteriza ese encanto semejante a cuando te enamoras de alguien. ¿Puedes precisarlo? Tal vez este amor es una pasión. Según Lord Byron, las pasiones no pueden explicarse, se sienten. Y quienes perciben este suelo lo ven profundo y se arraigan. Te digo: Vengo a cargarme de vitalidad para continuar en La Habana".

El también Premio Nacional de Ciencias Sociales (2000) se confiesa amante de la música y la radio. Mas, no cabría menos que una idea como "no hay libro sin la vida", tratándose del director de la Biblioteca Nacional José Martí. Para declararle la guerra a "la memoria cuando desdibuja un poco el recuerdo", Torres Cuevas vuelve una y otra vez a cuantas páginas le son de obligada referencia:

"La persona debe acumular un saber vasto. Al final, tendrá diez o doce volúmenes preferidos, sus compañeros inseparables y esenciales para el espíritu. Recomendaría El lobo estepario, de Hermann Hesse; La guerra y la paz, de León Tolstoi; El diario de Ana Frank. Si hay joyas en realidad apreciables, sigo creyendo en Paradiso, de José Lezama Lima, y en El reino de este mundo, de Alejo Carpentier. Entre mis títulos predilectos atesoro además Los tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, y Las palabras perdidas, del ya desaparecido Jesús Díaz.

"Haré con mi colección similar a Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad. Él decía que esperaba algún día retirarse con el fin de leer cuanto no había podido, y releer... Sueño con ponerme el gorro frigio y el batilongo blanco, aunque dudo poder hacerlo".

FONTE (foto incluída): 5 de Septiembre - Cienfuegos,Cuba
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