segunda-feira, fevereiro 16, 2009

Un año para Charles Darwin


El 24 de noviembre de 1859 apareció su libro Sobre el origen de las especies...
Un año para Charles Darwin
JUAN NEPOTE
(I parte)

El 24 de noviembre de 1859, en la ciudad de Londres y bajo el sello del editor John Murray, apareció uno de los libros más relevantes en la historia del pensamiento científico, cuya influencia rebasó los límites de la biología y las ciencias naturales, preparando el terreno para que nuestra visión de la humanidad y la naturaleza cambiara drásticamente: Sobre el origen de las especies por medio de selección natural, o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida (On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life, en inglés).
La primera edición constaba de mil 500 ejemplares y se agotó el mismo día de su publicación. Tal éxito tuvo poco que ver con la buena recepción de los conceptos ahí descritos y mucho con que su autor, el naturalista inglés Charles Darwin de 50 años de edad, contaba con una muy bien ganada reputación como un escritor que en sus libros describía parajes fantásticos al mismo tiempo que explicaba sus propias teorías acerca de formaciones geológicas o volcánicas. Contemporáneo de los padres de la novela y él mismo un genuino interesado de la literatura, le permitió a Darwin escribir obras de gran poder narrativo, que seducen por su forma y convencen por su fondo, que hacen interesantes y profusas descripciones anatómicas, geográficas o geológicas, desvelando universos igual de misteriosos que atractivos, en obras tales como: Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo (1839), La estructura y distribución de los arrecifes de coral (1842), Geological observations of volcanic islands (1844) o Geological observations on South America (1846).
Pero la inocente primera emoción que produjo la venta masiva de Sobre el origen de las especies… rápidamente fue sustituida por estupor y zozobra –inclusive indignación– en varios sectores de la sociedad, aunque el libro continuó vendiéndose muy bien, agotando casi 4 mil ejemplares en su primer año de publicación. No era para menos, se trataba de una idea absolutamente revolucionaria.
El año de la ¿evolución?
A pesar de que Charles Darwin tenía muy avanzadas sus hipótesis desde 1838, demoró más de 20 años en publicarlas. En su correspondencia se puede leer un legítimo temor a presentar y defender unas ideas que socavarían el orden de las cosas en aquel momento, sobre todo en lo concerniente a la religión.
Pero la tardanza en publicar Sobre el origen de las especies… está más relacionada con el compromiso casi obsesivo de Darwin con la investigación científica: él quería estar completamente seguro de sus teorías, así que durante esos años se dedicó a organizar, clasificar y estudiar todas sus evidencias, llevó a cabo una considerable cantidad de experimentos, mantuvo un frecuento intercambio de opiniones con varios de los naturalistas más connotados de su época… e involuntariamente, nos permitió que ahora –en 2009– coincida la conmemoración de los 200 años de su nacimiento con los 150 años de la publicación de su obra más representativa.
Por ello se organizarán congresos y ciclos de conferencias en todo el mundo (llama particularmente la atención la convocatoria de El Vaticano a “analizar y celebrar los 150 años de El origen de las especies… para el mes de marzo): en Inglaterra han editado una colección de estampillas postales y está por aparecer una moneda de dos libras con el perfil de Charles Darwin, como una extensión del Darwin Day, que se celebra anualmente. Se busca que la casa donde él vivió, escribió y realizó buena parte de sus experimentos, en la región de Kent, sea nombrada Patrimonio de la Humanidad y hasta se pretende construir una réplica de la nave en la que el viajó, recolectando evidencias fundamentales para su trabajo. No existe un consenso sobre el nombre común que debería dársele a estas celebraciones. El más aceptado ha sido “Año Darwin”. En México la UNAM acaba de arrancar las actividades del “Año de la Evolución”.
Sin embargo, Darwin no utilizó la palabra “evolución” en Sobre el origen de las especies… publicado hace 150 años, aunque sí lo hizo en The descent of man, and selection in relation to sex en 1871. Mucho antes que él –por lo menos, desde el siglo XVIII– ya se hablaba de evolución, sobre todo debido al estudio de fósiles. La verdadera idea revolucionaria de Darwin no se limitaba a decir que “las especies evolucionan”, sino que explicaba “cómo evolucionan”. El describió el método por el cual las especies cambian en el tiempo, adaptándose a su ambiente y le llamó selección natural.
Pero para llegar a esta idea, Darwin tuvo que recorrer miles de kilómetros durante cuatro años de viaje; escribir casi 400 detalladísimas anotaciones de zoología, mil 500 páginas de geología y un diario de 800 páginas con reflexiones de todo tipo; recolectar cerca de mil 600 pequeñas especies conservadas en alcohol y más de 3 mil ejemplares deshidratados y dos tortugas vivas, una de las cuales, Harriet, supuestamente murió en 2006, a los 175 años de edad. Las cartas que envió a sus colegas ingleses donde les adelantaba parte de su obra, dieron la vuelta por toda Europa. Cuando regresó a Londres en 1836, Charles Darwin ya era toda una celebridad. Tenía 27 años y todo en su vida estaba por cambiar.
Años de marinero y explorador
No es difícil reconocer la influencia que tuvo en Darwin el viaje que realizó entre 1832 y 1839 a bordo del navío HMS Beagle. El mismo lo reconoce en la introducción de Sobre el origen de las especies…: “viajábamos a bordo del Beagle, buque de guerra inglés, en calidad de naturalistas, cuando nos impresionaron mucho ciertos hechos observados en la distribución de los seres orgánicos que habitan América del Sur, y en las relaciones geológicas existentes entre los actuales habitantes de aquel continente y sus antecesores. Estos hechos parecían arrojar luz sobre el origen de las especies (...) Estamos convencidos de que las especies no son inmutables, sino que las pertenecientes a los llamados géneros descienden en línea recta de algunas otras especies ya totalmente extinguidas, de análoga manera que las variedades reconocidas de cualquier especie son descendientes de esa especie. Aún más, no dudamos que la selección natural ha sido el más importante, sino el exclusivo medio de modificación”.
Charles Darwin había nacido el 12 de febrero de 1809 en Londres, Inglaterra, con apenas unas horas de diferencia del nacimiento –en Hodgenville, Kentucky, en Estados Unidos de América– de Abraham Lincoln, el mismo año que el inventor del sistema de lectura para invidentes, Louis Braille, que los escritores Edgar Allan Poe y Nikolai Gogol, y el poeta inglés Alfred Lord Tennyson. Formaba parte de una familia con muy buena posición económica y creció rodeado de personalidades con intereses artísticos y científicos. Al salir de la universidad, Darwin tenía 22 años y poca claridad acerca de lo que haría con su vida. Casi por casualidad se enteró de que el HMS Beagle, un pequeño bergantín de 242 toneladas con capacidad para 74 personas a bordo, estaba a punto de partir en un viaje de dos años de duración, bajo las órdenes del capitán Robert FitzRoy, quien en un principio se opuso a que Darwin se incorporara al viaje.
Después de muchos contratiempos, finalmente el 27 de diciembre de 1831 zarpó el HMS Beagle, que por casi cinco años exploró América del Sur, Nueva Zelanda, Australia y Africa. Pero fue en un pequeño grupo de islas cercanas del océano Pacífico –el archipiélago de las Galápagos– donde Charles Darwin encontraría el embrión de Sobre el origen de las especies…
Volcanes debajo del mar
Las islas Galápagos se localizan a unos mil kilómetros de la costa de Ecuador, en América del Sur y están formadas por 13 islas grandes, seis pequeñas y muchos islotes, apenas mayores a un escollo. El nacimiento de todas estas cimas fueron volcanes submarinos, llenos de cráteres apagados que fueron erosionados por el viento y el mar, a la mitad del océano Pacífico, así que nunca estuvieron unidas a América del Sur.
Así que las especies que viven en Galápagos llegaron hasta ahí por mar o por el aire, con el viento y las corrientes, o posteriormente, a bordo de barcos. Una vez ahí, quedaron aislados, por lo que evolucionaron de manera particular, de acuerdo con el ambiente específico de la isla a la cual arribaron. En las cinco semanas que permaneció en Galápagos, Darwin pudo observar una extraordinaria variedad de plantas y animales en cada una de las islas, como si se trata de un “mundo aparte”, con especies adaptadas al tipo de terreno, el clima, la altitud y las corrientes oceánicas. Por ejemplo, existen en las Galápagos alrededor de 14 diferentes especies de un ave llamada “pinzón”, cada una de las cuales tiene un pico diferente dependiendo de su forma de alimentación: pequeño para comer insectos; grande y fuerte para romper granos duros; largo y delgado para extraer insectos y larvas escondidos en los huecos de los árboles. ¿Cómo funcionaba el mecanismo que hacía esto posible?
Durante los años que duró el viaje, Charles Darwin envió a sus colegas algunas partes de su diario de observación y las muestras que recogió en sus exploraciones. Al volver a Inglaterra, se casó con su prima Emma Wedgewood y crió 10 hijos, mientras se dedicó a revisar el material que había traído de sus viajes, constante, afanosamente, con paciencia casi artesanal.
No era para menos: el mundo no fue ya nunca el mismo después de su existencia.

FONTE (foto incluída): La Jornada Michoacan - morelia,michoacan,Mexico
Foto: TOMADA DE LA PAGINA WWW.WIKIPEDIA.ORG

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