segunda-feira, abril 14, 2008

El amor hace deporte

El amor hace deporte
La luchadora Ingrid Cuéllar y el judoca Franklin Cisneros viven juntos desde hace un mes y han confesado su amor a los cuatro vientos .

k Loida Martínez Avelar

accion@laprensa.com.sv
Fecha de actualización: 4/14/2008
En el destino no existe las casualidades. Por las mismas palabras del judoca Franklin Cisneros, Dios preparó el camino para que el año pasado, él y la luchadora Ingrid Cuéllar volvieran a encontrarse y ser pareja.
Su relato de amor parece una historia sacada de un cuento de hadas, pero no: el entusiasmo con el que lo detallan y el brillo que emanan de sus ojos a la hora de hablar sobre el tema evidencia que es real. Muy real.
Actualmente, Ingrid y Franklin, tras varios meses de llamadas, postales, chat y correos electrónicos viven juntos y están tratando de recuperar el tiempo perdido y terminar la historia que quedó inconclusa hace ocho años.
La semilla del amor entre ambos se sembró cuando Ingrid practicaba judo, deporte del que Franklin ya estaba enamorado hace un buen rato. “Fuimos novios en esa época, pero por esos pleitecitos y esas cosas terminamos”, comentó Ingrid, sentada en las gradas del cubículo de luchas, en el estadio Jorge “Mágico” González.
Junto a ella está Franklin jugando con el pequeño Diogo —hijo de Ingrid— quien a sus dos años ha sentido el cariño que el judoca tiene por su mamá y le ha dado el privilegio de llamarlo: “papito”.
“Yo no le he dicho que le diga así, el niño solito ha optado por decirle así”, aclaró Ingrid.
Buen tiempo pasó y cada uno hizo su vida por su lado. Ingrid se fue a Estados Unidos, se casó con Michel Santos, con quien terminó en buen plan y sigue como su entrenador personal. Por su parte, Franklin se dedicó al judo y a sus estudios de Relaciones Públicas y Comunicaciones.
Pero todo resurgió en un vistazo y tras varios encuentros casuales en los festejos a los atletas salvadoreños, quienes ganaron medallas en los pasados Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, donde Ingrid se quedó con plata en los 48 kilos y Franklin, bronce en 81 kilos.
“Soy algo tímido. La veía pasar, pero no le hablaba, porque la veía creída, pero después perdí la pena”, dijo entre risas el judoca, quien asegura siempre haber estado pendiente de las competencias de ella, a tal punto de guardar las páginas de los periódicos donde salía. “Yo también lo veía creído y como es guapo pensé que creía que todas querían andar atrás de él, pero noté que siempre se me quedaba viendo”, añade Ingrid, quien el próximo 30 de abril viajará a Tampa, Florida, para continuar con su entrenamiento de cara a su participación en los Olímpicos, luego de clasificarse el mes pasado.
Aparentemente, las dificultades han estado a la orden del día. Pero la pareja ha logrado enfrentar las adversidades desde el principio. La distancia no es problema, porque si bien es cierto Ingrid vive en Estados Unidos, su estatus de residente le da la facilidad de viajar frecuentemente. Las críticas también han tocado a su puerta. “Han habido críticas porque he estado casada y todo eso, pero como han sido más bendiciones las que nos han dado y deseado ni las hemos notado”, asegura Ingrid.
Denominador común
Hay muchas cosas que unen a Ingrid Cuéllar y a Franklin. Por el hecho de que ambos son deportistas, dicen haber encontrado una química especial, que no cualquier persona “normal” entendería.
Por ejemplo, el sacrificio, tiempo y dedicación que se requiere a la hora de los entrenamientos diarios. Flanklin, quien prácticamente tiene asegurado su boleto a los Olímpicos, es de la opinión que se siente más motivado tras haber entablado una relación formal con Ingrid. Dice que ella lo motiva a trabajar más duro y sabe lo que se siente cuando pierde un encuentro y también lo mima.
“Nos entendemos sí estamos lesionados o si nos pasa algo”, dice seguro Franklin. Además, debido a la naturaleza de las disciplinas que practican, en el cual el peso es fundamental, en la refrigeradora de los Cisneros-Cuéllar hay todo tipo de comida desde la baja en calorías hasta las exquisitas pupusas.
Se ven juntos toda la vida. Quieren sellar con una participación espectacular en los Juegos Olímpicos. Después, habrá tiempo para descansar y labrar futuro.

FONTE (photo include): La Prensa Gráfica - El Salvador

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