Memoria de carisma y poesía
POR LUIS MIRANDA CÓRDOBA. «El carisma es la capacidad enigmática de algunas personas para fascinar y atraer a los demás sin hacer nada, siendo como son». La definición es de un científico, Carlos Castilla del Pino, y ayer la enunció en su semblanza del poeta Vicente Núñez. Era la primera de las intervenciones en el congreso sobre el escritor de Aguilar de la Frontera que ayer comenzó en la Diputación Provincial.
«Una semblanza es personal. No contaré cómo era Vicente, sino qué hacía y cómo lo hacía», afirmó después de aclarar que «los seres humanos no somos definibles, sino descriptibles». Vicente Núñez, admitió, le dejó un «recuerdo imborrable». Recordó su carácter teatral, que hacía de él «un espectáculo único», pero también su vida interior, esa soledad que era «una forma de conservar su castillo interior», como él mismo decía.
Aquel hombre llevaba «una vida excéntrica y extravagante, porque caminaba por donde no caminaban los demás», y, aunque recluido en Aguilar de la Frontera, era ajeno a todo lo que le rodeaba. «Mi Aguilar está dentro de mí», djio en alguna ocasión.
Fuera de las normas, «porque la norma la marcaba él», su teatralidad era incomprendida, aunque Castilla del Pino elogió el lenguaje propio que fue capaz de crear para un contexto concreto. Con indiferencia hacia la muerte se apagó su vida: «Es el final», le dijo Vicente Núñez a Castilla del Pino pocos días antes de su muerte.
Esplendor y fracaso
Fue el prólogo, tan emocionante como brillante, del congreso que después continuó Luis Antonio de Villena, estudioso de la obra del autor de «Ocaso en Poley» y amigo personal suyo.
«Esplendor y fracaso de la poética de Vicente Núñez» era el título, que el poeta explicó pormenorizadamente. «Hizo una obra muy variada y muy buena, porque tocó muchos registros y de ahí que sea muy difícil adscribirle a una determinada escuela». Recordó que «tanto le interesaba la poesía metafísica como la realista y todas le parecieron bien, no tenía un estilo preferente que es algo muy empobrecedor en la poesía española».
¿Y por qué fracaso? A mediados de los años 80 Vicente Núñez tuvo muchos proyectos literarios sin terminar. Las «Epístolas a los Ipagrenses», los «Himnos a los árboles» o los «Sonetos como pueblos» son indicios de libros que no se terminaron, «quizá porque él tenía un conflicto interno entre la vida y la poesía y tenía la sensación de que la poesía apartaba de la vida». Como pensaba que el amor a la vida y a la poesía «eran irreconciliables», ello le impidió hacer una obra mucho más completa.
Como Castilla del Pino, recordó al personaje. «Los que no le han conocido tendrán al poeta puro, pero perderán una parte importantísima, que era una persona con un lado histriónico muy especial». El propio Villena se topó de bruces con esta personalidad cuando lo conoció. Era un viaje de Málaga a Madrid y pensaba parar en Aguilar 20 minutos. «Nos quedamos siete horas y eso era por el continuo fuego pirotécnico que hizo sin parar. Quedamos fascinados por esa exuberancia siempre fluyente», recordó Luis Antonio de Villena.
Queda su obra, «que es mucho, pero su obra era algo él, y se ha perdido». Sólo los sofismas, que tanto cultivó, conservan rastro de aquella teatralidad.
También lo recordó otra amiga, la ex ministra de Cultura y vicepresidenta primera del Congreso, Carmen Calvo. «Vicente Núñez es de esos intelectuales que es de los tres tiempos, del pasado porque ya no está, del presente por la importancia que tiene en los poetas jóvenes y de futuro porque hay muchas cosas en su obra que siguen siendo enigmáticas». FONTE: ABC Córdoba - Córdoba,Andalucía,Spain
POR LUIS MIRANDA CÓRDOBA. «El carisma es la capacidad enigmática de algunas personas para fascinar y atraer a los demás sin hacer nada, siendo como son». La definición es de un científico, Carlos Castilla del Pino, y ayer la enunció en su semblanza del poeta Vicente Núñez. Era la primera de las intervenciones en el congreso sobre el escritor de Aguilar de la Frontera que ayer comenzó en la Diputación Provincial.
«Una semblanza es personal. No contaré cómo era Vicente, sino qué hacía y cómo lo hacía», afirmó después de aclarar que «los seres humanos no somos definibles, sino descriptibles». Vicente Núñez, admitió, le dejó un «recuerdo imborrable». Recordó su carácter teatral, que hacía de él «un espectáculo único», pero también su vida interior, esa soledad que era «una forma de conservar su castillo interior», como él mismo decía.
Aquel hombre llevaba «una vida excéntrica y extravagante, porque caminaba por donde no caminaban los demás», y, aunque recluido en Aguilar de la Frontera, era ajeno a todo lo que le rodeaba. «Mi Aguilar está dentro de mí», djio en alguna ocasión.
Fuera de las normas, «porque la norma la marcaba él», su teatralidad era incomprendida, aunque Castilla del Pino elogió el lenguaje propio que fue capaz de crear para un contexto concreto. Con indiferencia hacia la muerte se apagó su vida: «Es el final», le dijo Vicente Núñez a Castilla del Pino pocos días antes de su muerte.
Esplendor y fracaso
Fue el prólogo, tan emocionante como brillante, del congreso que después continuó Luis Antonio de Villena, estudioso de la obra del autor de «Ocaso en Poley» y amigo personal suyo.
«Esplendor y fracaso de la poética de Vicente Núñez» era el título, que el poeta explicó pormenorizadamente. «Hizo una obra muy variada y muy buena, porque tocó muchos registros y de ahí que sea muy difícil adscribirle a una determinada escuela». Recordó que «tanto le interesaba la poesía metafísica como la realista y todas le parecieron bien, no tenía un estilo preferente que es algo muy empobrecedor en la poesía española».
¿Y por qué fracaso? A mediados de los años 80 Vicente Núñez tuvo muchos proyectos literarios sin terminar. Las «Epístolas a los Ipagrenses», los «Himnos a los árboles» o los «Sonetos como pueblos» son indicios de libros que no se terminaron, «quizá porque él tenía un conflicto interno entre la vida y la poesía y tenía la sensación de que la poesía apartaba de la vida». Como pensaba que el amor a la vida y a la poesía «eran irreconciliables», ello le impidió hacer una obra mucho más completa.
Como Castilla del Pino, recordó al personaje. «Los que no le han conocido tendrán al poeta puro, pero perderán una parte importantísima, que era una persona con un lado histriónico muy especial». El propio Villena se topó de bruces con esta personalidad cuando lo conoció. Era un viaje de Málaga a Madrid y pensaba parar en Aguilar 20 minutos. «Nos quedamos siete horas y eso era por el continuo fuego pirotécnico que hizo sin parar. Quedamos fascinados por esa exuberancia siempre fluyente», recordó Luis Antonio de Villena.
Queda su obra, «que es mucho, pero su obra era algo él, y se ha perdido». Sólo los sofismas, que tanto cultivó, conservan rastro de aquella teatralidad.
También lo recordó otra amiga, la ex ministra de Cultura y vicepresidenta primera del Congreso, Carmen Calvo. «Vicente Núñez es de esos intelectuales que es de los tres tiempos, del pasado porque ya no está, del presente por la importancia que tiene en los poetas jóvenes y de futuro porque hay muchas cosas en su obra que siguen siendo enigmáticas». FONTE: ABC Córdoba - Córdoba,Andalucía,Spain
Nenhum comentário:
Postar um comentário