JOE SOMOZA POETA
«La poesía aniquila los efectos del materialismo y del lavado de cerebro de anuncios y política»
«La poesía aniquila los efectos del materialismo y del lavado de cerebro de anuncios y política»
«Mi fascinación por el lenguaje tiene que ver con que crecí oyendo asturiano y castellano», dice el gijonés, desde 1949 en EEUU
31.10.07 -
JOSÉ LUIS CAMPAL
31.10.07 -
JOSÉ LUIS CAMPAL
La nómina de poetas asturianos se encuentra incompleta porque no tiene en cuenta muchas veces a los escritores que, habiendo nacido en el Principado, desarrollaron su labor en otros continentes y en lenguas distintas a las dos que coexisten en nuestra región. Entre estos olvidados se encuentra Joseph (o Joe) Somoza. Nacido en Veriña en 1940, emigró a los Estados Unidos en 1949. Tras estudiar en la Loyola University y el Iowa Writers Workshop, desarrolló, hasta su jubilación, una intensa labor docente en El Paso, Puerto Rico y la New México State University, institución en la que, además, fue editor de poesía de la revista 'Puerto del Sol' durante catorce años. Hasta el año pasado realizó, asimismo, funciones de coeditor de otra destacada publicación del ámbito literario norteamericano, 'Sin Fronteras Journal'. La producción personal de Somoza como poeta se inició en 1968 con 'Greyhound', libro al que seguirían: 'Olive women' (1976), 'Backyard poems' (1986), 'Out of this world' (1990), 'Four-eyed dialogues' (1996), 'Sojourner, so to speak' (1997), 'Cityzen' (2002) y 'Clear winter days' (2004). Según la crítica estadounidense, los poemas de Somoza son precisos y poseen una «huella asturiana, principalmente en descripciones de paisajes».
Joe Somoza es un autor incluido en numerosas antologías pero absolutamente desconocido en nuestro país. Las que ahora ofrecemos son sus primeras reflexiones en España, que se acompañan, en exclusiva para EL COMERCIO, de dos traducciones de poemas inéditos.
-¿En qué momento surge en Joe Somoza la necesidad de explicarse poéticamente?
-La primera vez que intenté escribir poesía fue a los 19 años durante el verano, cuando yo vivía solo por primera vez en mi vida. Mis padres se habían mudado a otra ciudad y yo me quedé en Chicago trabajando en una fábrica para ganar algo de dinero para ir a la universidad. Intenté darle expresión a mi soledad y mi melancolía a través de las palabras.
-¿Por qué emplea este género, la poesía, y no otros como el narrativo?
-Cuando empecé a expresar mis sentimientos en la escritura, elegí la poesía en lugar de la ficción o el drama porque me parecía más fácil, más rápido. Después de hacerlo durante un tiempo, me di cuenta que disfrutaba de la inmediatez de la poesía, su forma directa, cómo uno puede ir directamente de los sentimientos a los sonidos, texturas e imágenes de las palabras que los sentimientos sugieren. Ahora, muchos años después, prefiero la poesía como género porque he llegado a amar el lenguaje por su propio bien.
-¿Qué recuerda de su infancia en Veriña y Asturias?
-Viví en Veriña con mis abuelos durante mis primeros 5 años, porque mis padres se llevaron a mi hermano mayor, que tenía tuberculosis, a un clima más seco, a Castilla y León. Recuerdo los higos y las castañas, cuando ayudaba a mi abuelo a recogerlos, y recuerdo los olores y sonidos del mar, y el tren carbonero que pasaba cerca de la casa de mi abuelo.
-¿Cuándo se produce su marcha a tierras americanas?
-Cuando tenía 5 años, la tuberculosis de mi hermano ya no era contagiosa, así que me fui a Palacios de la Sierra, en Castilla, donde mis padres habían estado viviendo. A los 8 años, mi familia recibió el permiso para emigrar a Estados Unidos. Mi padre, médico, quería irse allí para llevar a cabo investigaciones médicas, ya que las condiciones en España, después de la guerra civil, no eran las apropiadas. Los hermanos y hermana de mi madre, que ya se habían ido primero a Estados Unidos, nos ayudaron a hacer el cambio.
-El recuerdo de sus experiencias asturianas
¿tiene reflejo directo o solapado en sus composiciones poéticas?
Desde que dejé Asturias, su efecto en mi poesía es indirecto. Escribí dos o tres poemas usando imágenes de Asturias, una en la que dibujo a mi abuelo hablándome en asturiano al despertarme. Él me hablaba en asturiano, por supuesto. Mi fascinación por el lenguaje tiene que ver, estoy seguro, con el hecho de que crecí oyendo asturiano y castellano y sólo de manera secundaria aprendí el inglés. Mi amor por lo natural y mi interés en incorporar imágenes de la naturaleza pueden venir de mis experiencias rurales de la niñez en Asturias.
-¿Es usted poeta de obra abundante?
-Cuando enseñaba en la universidad, mi producción variaba dependiendo de la energía que me quedaba después de preparar mis clases. Los veranos y los fines de semana, por supuesto, siempre los dejaba libres para escribir. Cogí mi retiro anticipado, en 1995, para poder escribir todos los días, lo que continúo haciendo, pero cada poema que surge no es necesariamente el que sobrevive.
-¿Qué busca cuando escribe?
-Raras veces escribo poemas para explorar un tema en particular, sino más bien como manera de hablar conmigo mismo, aprender sobre lo que estoy pensando y cómo me estoy sintiendo en ese momento. Cuando me siento en el patio por la mañana, casi nunca sé sobre lo que voy a escribir, es una forma de meditación, una manera de mantenerse vivo mentalmente. Por lo tanto, espero seguir escribiendo hasta que me muera (o me vuelva demente).Dos nuevos libros
-¿Cuántos libros ha publicado hasta la fecha?
-He publicado siete libros y cuadernos de poesía hasta la fecha, y tengo una pequeña colección on-line, 'Clear winter days', con dibujos de mi mujer. Dos nuevos libros van a ver la luz este año: una colección completa, 'Shock of white hair', y un cuaderno, 'Back talk'.
-¿Con cuál de sus poemarios se quedaría?
-El cuaderno 'Backyard poems' es especial para mí porque fue la primera vez que escribí poemas utilizando la 'voz' tanto como las imágenes. Por 'voz' me refiero al narrador del poema, cuyas actitudes y personalidad se manifiestan en el poema. Es una cualidad dramática que siempre he admirado en poetas innovadores como Robert Browning, Ezra Pound y T. S. Eliot, aprendí mucho leyendo a 'los poetas de Nueva York' (especialmente a Frank O'Hara). Los poemas del 'Backyard poems' fueron escritos después de un año sabático en New Jersey, durante el cual fui a varios talleres de poesía en New York.
-¿Cómo le han tratado los lectores y la crítica?
-No soy muy conocido fuera del estado de Nuevo México, pero la más amplia reacción crítica a mi poesía apareció en el 'Journal of New Jersey Poets', en el año 1999, una completa revisión de mi libro 'Sojourner, so to speak', por Madeline Tiger. Mi poesía está muy bien vista en Nuevo México, donde ha aparecido en varias antologías.
-¿Cuáles serían, si tuviera que definirlas, las líneas maestras de su concepción del hecho poético?
-Como William Carlos Williams, me gusta escribir sobre las pequeñas cosas cotidianas y, como Robert Creeley, estoy fascinado por los complejos procesos mentales. Mis poemas parecen combinar esas dos tendencias, a menudo empiezan con la mirada de algo pequeño en mi patio que después lleva al desenmarañamiento de un estado mental, ayudados en el camino por una corriente de palabras que se construyen en la página.
-¿Depura mucho sus textos una vez escritos o prefiere ofrecerlos sin demasiadas variaciones con respecto a su primera versión?
-Escribo la primera versión de un poema rápidamente, como para usar la libre asociación de los sonidos y otras sugerencias, y después pongo esa primera versión en el ordenador, y la reviso detalladamente, normalmente varios días. En mi revisión, intento preservar e incrementar la vitalidad inicial del poema quitando los obstáculos en el poema que enturbian su empuje, energía y sugerencia.
¿Está llamada, hoy día, la poesía a cumplir un papel renovador dentro de nuestra sociedad consumista?
-La poesía hoy en día, incluso aunque poca gente la lea, puede tener un efecto humanizador para aniquilar los efectos del materialismo y el lavado de cerebro de los anuncios y la política. La poesía hace iluminar el interior en cada ser humano, cómo siente la vida. Y se enfrenta con la experiencia humana de manera honesta, usando el lenguaje de forma tan precisa como le sea posible, intentando mantener la habilidad del lenguaje para comunicarse sinceramente, y así contraatacar el deshonesto uso del lenguaje por los políticos y negociantes.
-¿Con qué tendencias líricas se identificaría usted?
-Me atrajo la poesía por lo irreverente, los movimientos de vanguardia en los Estados Unidos que siguieron a la II Guerra Mundial, es decir: los Beats, los poetas Black Mountain, el San Francisco Renaissance, y el New York School, poetas que fueron antologados por Donald Allen en la colección 'The New American Poetry' (1960). Todos estos poetas comparten una desconfianza hacia lo académico y a favor de la honestidad emocional y la experimentación lingüística del poema tradicional bien hecho. Ellos prefieren la energía, la ironía y el humor antes que lo ornamental y la corrección idiomática. Es, me doy cuenta, una sobresimplificación.
-¿Sus gustos como lector se corresponden con su escritura o van por sendas diferentes?
-Ahora que llevo escribiendo durante más de 45 años, intento tender hacia la clase de poesía ya mencionada, aunque, cuando estoy en una librería, estoy siempre al acecho de una nueva, extraña y diferente clase de poesía que me pueda emocionar como lo hicieron Robert Creeley, Allen Ginsberg y Frank O'Hara cuando los encontré por primera vez.
-¿Cree usted que su producción se comprendería en España si se tradujera? ¿No le ha tentado regresar a su país natal?
-No estoy muy familiarizado con la poesía contemporánea española, así que no sé si los españoles apreciarían mi poesía. Conozco, y me gusta, la poesía de Ángel González (le conocí personalmente cuando él era más joven y enseñaba en Alburquerque) y siento que mi estilo no es muy diferente del suyo. Escribe sobre lo cotidiano con un lenguaje conciso y sin florituras, como yo. He vuelto a España varias veces a lo largo de los años, más recientemente hace tres, y mi esposa y yo pasamos una semana en Gijón. Aunque me parece un bonito e interesante país para visitar y me gusta la comida y su agradable estilo de vida, no volvería a vivir allí (aunque mi hermano todavía espera que lo haga). El ser un extranjero en Estados Unidos me da cierta libertad frente a las convenciones sociales que encuentro beneficioso como escritor, y especialmente en el Oeste americano, donde la mayor parte de la gente es relativamente nueva (sólo los indios pueden ser considerados nativos en Nuevo México). FONTE: El Comercio Digital (Asturias) - Asturias,Spain
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