terça-feira, maio 05, 2009

La lusofilia de Antonio Pereira


TRIBUNA JOSÉ LUIS GAVILANES LASO ESCRITOR
La lusofilia de Antonio Pereira
04/05/2009

ACABADO ya el plañido del rito funerario y del panegírico, incluso el ditirambo, por Antonio Pereira y su obra, yo quisiera resaltar una faceta menos conocida de nuestro querido y admirado artista de la palabra oral y escrita: su amor a Portugal y a lo portugués, dando el cumplido testimonio que merece. Es obvio que Antonio ha pasado a la historia de la humanidad como ejemplo de simpatía, afabilidad y bonhomía; y a la de la literatura como un verdadero artista de la concisión, fundamentalmente del relato breve. Pero no es menos cierto que también sabía encauzar sabiamente su vena literaria a través de una poesía honda y serena, dentro de formas sobrias pero cuidadas con esmero y rigor, donde en la fiesta de la palabra lo ético y estético, lo serio y lo jocoso, conviven a la perfección. Desde mi modesto punto de vista, nadie ha cantado a la tierra de León con tanta hondura, sentimiento y emoción, como el poema con el que Antonio ganó la Flor Natural en el tercer Certamen de Exaltación de los Valores Leoneses, en 1957.
En la colección de poesía «Arbole», de la Editorial Oriens, Antonio Pereira publicó en 1969 su tercer libro de poemas titulado «Cancionero de Sagres», fruto apetitoso de un recorrido por las tierras donde se nos pone el sol. Comienza con el verso admirativo «¡Que bien huele Portugal!», concluyendo este su primer poema titulado «Canción en la raya»: «Para pasar la frontera / por el aroma me guío. / Y nadie podrá decirme, / nadie, / que voy perdido» La visita en Belém a la Iglesia-Monasterio de los Jerónimos le concita en el mismo libro un anticipo sobre su propia muerte: «Mi muerte no la sabré. / Por qué habría de llorar / la pena que no ha de ser (...) Si yo no sabré mi muerte / digo que no moriré».
Mi primer contacto con Antonio fuera de cuestiones comerciales y de familia tiene que ver con el gran descubrimiento que fue para él la poesía del poeta Ledo Ivo. Como Antonio sabía que yo andaba enredado académicamente en las letras portuguesas, me llamó un día para que le tradujese algunos versos que se le resistían de este poeta brasileño, cuya poesía le había deslumbrado. A su casa me fui, y junto con el también invitado Antonio Gamoneda, departimos amigablemente de literatura al calor de unos Bierzos y una sabrosa tortilla española que nos preparó la buena de Ursula. ¡Mucho ánimo, ya sé, ya sé que en estos momentos «sientes más su muerte que tu vida», compañera de clases de francés bajo el magisterio, con trazas de lord inglés, de Alejandro Cristóbal Bustillo!
Con motivo de una exposición sobre el poeta portugués Fernando Pessoa, que tuvo lugar en la Obra Cultural de la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, en 1981, procuré la colaboración de poetas leoneses para beneficio y acicate público. A la invitación sólo acudieron gustosos, desinteresada y sin reticencia alguna, Antonio Pereira y Antonio Gamoneda. Se trataba de que respondiesen a una batería de cuatro preguntas sobre la poesía del gran vate lusitano. Cubrimos con ello una página entera de La Hora Leonesa . Decía Pereira, entre otras cosas, que se sentía cercano al portugués por haber nacido ambos el 13 de junio, llevar apellido que podía encontrarse en Portugal en cualquier listín de teléfonos y por laborar ambos en faenas comerciales y poéticas: «La convicción de que un día laborioso en los triviales escritos del comercio puede alumbrar una noche donde salte un pedazo de poesía». Y añadía en su aproximación a Pessoa, con la humildad y sencillez que le caracterizaba: «La interpretación ¿en él genial; en mí no más que balbuciente y torpe? de la grandeza residente en las cosas mínima y cotidianas». A esto sumaba la idea de que los poetas leoneses fuesen a decir sus versos junto al Mondego para que «el corazón se aproxime tanto como la geografía».
Como a Unamuno, cuando dijo aquello de: «Qué tendrá este Portugal para así atraerme?, lo mismo cabe decir de la «leonesa terna antonina» (Pereira, Gamoneda, Colinas), extensible a otros hombres de letras de nuestra tierra. Luis Mateo Díez, por ejemplo, no ha ocultado su admiración por Miguel Torga. Laudatorio que, sin embargo, contrasta con el común desinterés de la clase literaria española hacia algo tan cercano y falto de exotismo como lo luso. Julio Llamazares tuvo que dar más explicaciones que si hubiese cometido un asesinato por dar a la imprenta Trás-os-Montes. Un viaje a Portugal . Lo cual viene a demostrar, a contrapelo, una cierta ósmosis entre lo leonés y lo luso, sin duda porque aún gravita cierta reminiscencia de lazos culturales. El amor de Pereira por Portugal, su paisaje, paisanaje, lengua y cultura, además de demostrarse por haber sido el único poeta español en dedicar un libro por entero de poesía al país vecino, era, según propia confesión, un amor precoz, sin otro fundamento como no fuese una cuestión genética, llegando a decir: «Cuando voy a Portugal no es que viva, floto»
Por consideración a ese cariño hacia el paisaje y el paisanaje luso, la Asociación de Amigos de Portugal en España, con sede en León y fundada en 1995, nombró a Antonio Pereira socio de honor en 2004. Recuerdo su presencia e intervención en multitud de actos promovidos por la asociación: como los conmemorativos del día de Portugal y de las comunidades portuguesas; 25 de abril; conferencias; jornadas gastronómicas o los conciertos de fado de todos los años por las Fiestas de San Juan y San Pedro. Él mismo, invitado por la Asociación, nos brindó la conferencia «Portugal en mi obra», en mayo del 2000.
No podía faltar como homenaje póstumo una corona de flores de la asociación en la que serían imprescindibles los claveles rojos. Porque, entrañable Antonio, nos dejaste un 25 de abril, aniversario de la salida de Portugal de un prolongado y oscuro túnel. ¡También ha sido casualidad! Ahora que materialmente ya sólo eres polvo y te has ido a Villafranca con los tuyos, en nombre de los que amamos a Portugal y a sus gentes, nuestra gratitud y reconocimiento. Y agradecimiento a quien tiene la facultad de levantar las barreras de la vida y de la muerte por haberte permitido, para deleite de quienes te escuchábamos y leíamos, cumplir los ochenta y cinco lúcidos y solemnes como una desnudez saciada.

FONTE: Diario de León - León,Castilla y León,Spain
FOTO in http://pedro-samuel.spaces.live.com/
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