Legna Verdecia
La campeona más espectacular
LEMAY PADRÓN OLIVEROS Varios han sido los momentos de gloria del judo cubano en Juegos Olímpicos, pero ninguno ha gozado de tanta espectacularidad como la coronación de la holguinera Legna Verdecia en la cita de Sydney 2000.
A la capital de Nueva Gales del Sur esta chica nacida el 29 de octubre de 1972 en la ciudad granmense de Manzanillo llegó con la firme aspiración de conquistar el cetro en la división de los 52 kilogramos, aunque no ganaba un pergamino de nivel mundial desde 1993.
Cuatro años atrás, en los Juegos de Atlanta, cayó derrotada por la norcoreana Sun Hui Kye y en la víspera del 26 de Julio, fecha trascendental para su país, vio escapar la oportunidad de coronarse bajo los cinco aros.
No obstante, el Georgia World Congress Center no iba a quedarse con una mala imagen de la deportista cubana, pues luego se impuso por wazari a la española Almudena Muñoz y regresó a casa con una presea bronceada colgada en su cuello.
En Sydney, Legna asistía a su tercer compromiso estival, pues debutó en Barcelona 1992 sin cumplir los 20 años de edad y allí no le fue nada bien. Su inexperiencia resultó clave en la justa y perdió en el pase a las medallas, por lo cual el entrenador Ronaldo Veitía la despojó de la capitanía del conjunto, que solo pudo recuperar doce meses después cuando triunfó en la lid del orbe.
Australia no había reconocido aún a ninguna medallista cubana en el judo, es más, ni siquiera se había logrado la primera presea dorada de la delegación, y Legna podía conseguirla. Sin embargo, el combate frente a la difícil japonesa Noriko Narazaki, ganadora de bronce en Atlanta y su victimaria en el Mundial de Birmingham 1999, puso a prueba toda su capacidad técnico-táctica.
Eran las 06:25 de la madrugada en Cuba aquel 25 de septiembre y este redactor se aprestaba a partir hacia La Habana, como todos los domingos luego de pasar el fin de semana con sus familiares en el interior. Encendí el televisor para aprovechar hasta el último momento antes de la partida, pero el panorama era desalentador.
La cubana iba debajo por wazari, la segunda nota más alta, así que las cosas pintaban bastante mal, mientras el cronómetro seguía corriendo. Descontó con una koka por amonestación a su contraria, que se limitaba a esquivar los constantes ataques de la antillana.
Entonces, a falta de un minuto para el final del pleito, Legna atrapó la solapa de Narazaki, interpuso su pierna y…!Ippoooooon! Grité a todo pulmón mientras salía corriendo hacia la calle porque se me escapaba el tren. No sé si fue gracias a ella (Legna al revés es Ángel), pero esa madrugada el tren hizo una parada más larga y me dio tiempo de abordarlo.
Luego supe que la flamante monarca olímpica había sufrido una fractura de clavícula en su primer combate, por lo que tuvo que sobreponerse al dolor en el resto del certamen. Pero lo más importante ya lo tenía, la medalla dorada, la primera para Cuba en Sydney. El único rostro no asiático en el podio de los 52 kilos, completado por Narazaki, Kye y la china Lyun Yuxiang.
Frustrada bailarina, esta manzanillera de nacimiento, pero holguinera de corazón, pues antes de cumplir dos años se mudó a la Ciudad de los parques, practicaba también voleibol y baloncesto cuando niña, porque era muy activa.
Se inscribió en judo en una academia ubicada en la salida de San Andrés, en 1985. Era tanto su empeño cuando empezó en el judo que una vez se fracturó la clavícula y no dijo nada en la casa, cuando la llevaron al médico ya la fisura estaba prácticamente sellada.
Recuerda que por su dedicación al entrenamiento y su aprendizaje, a los seis meses la captaron para la EIDE Pedro Díaz Coello, donde conoció a sus primeros profesores, Alberto Rodríguez y Rodolfo Fleitas, y poco después ganó su primera medalla de oro en los Juegos Escolares Nacionales, con 13 años de edad.
Siempre tuvo problemas para hacer el peso y en una ocasión durante una gira europea estuvo tres días sin comer para no perder en el pesaje.
Su abultado palmarés recogió además de las preseas de Atlanta y Sydney el cetro mundial de la categoría juvenil en 1990 y el de mayores en 1993, además de una plata y tres bronces en este tipo de certámenes, y tres primeros puestos en Copas del Mundo (1995, 1997 y 1998).
Igualmente ocupó el primer puesto en los Juegos Mundiales Universitarios de Palma de Mallorca 1999, segunda en Fukuoka 1995 y tercera en Sicilia 1997, y constituye la máxima ganadora del Torneo Internacional Judoguis Dorados, que se efectúa en Cuba, con 10 títulos, de 1991 al 2000.
En Juegos Panamericanos subió a lo más alto del podio en La Habana 1991, Mar del Plata 1995 y Winnipeg 1999, además de cinco veces en torneos continentales de la disciplina, y en Centroamericanos y del Caribe salió exitosa en México 1990, Ponce 1993 y Maracaibo 1998.
Asimismo, en los Torneos Europeos Clase A comprendidos entre 1997 y el 2000 conquistó 16 preseas doradas, dos plateadas y tres de bronce, con 93 peleas ganadas (50 por ippón) y sólo cinco perdidas.
Con mucho cariño recuerda las nominaciones como mejor deportista juvenil cubana en 1990, mejor deportista de Cuba en 1993 y el 2000, y su inclusión entre los 100 mejores atletas del siglo XX en la mayor de las Antillas.
Se retiró oficialmente el 16 de enero de este año en el Ateneo holguinero Fernando de Dios Buñuel, donde recibió el sexto dan de judo, primera mujer cubana con tal distinción, y el anillo que la acredita como miembro del Salón de la Fama de la Unión Panamericana de Judo, en el cual había sido incluida a mediados del 2006.
En la actualidad realiza labores como entrenadora y disfruta de sus hijos Javier y Eylen. ¡Felicidades, campeona! Fuente: EXCLUSIVO, 29/10/07
La campeona más espectacular
LEMAY PADRÓN OLIVEROS Varios han sido los momentos de gloria del judo cubano en Juegos Olímpicos, pero ninguno ha gozado de tanta espectacularidad como la coronación de la holguinera Legna Verdecia en la cita de Sydney 2000.
A la capital de Nueva Gales del Sur esta chica nacida el 29 de octubre de 1972 en la ciudad granmense de Manzanillo llegó con la firme aspiración de conquistar el cetro en la división de los 52 kilogramos, aunque no ganaba un pergamino de nivel mundial desde 1993.
Cuatro años atrás, en los Juegos de Atlanta, cayó derrotada por la norcoreana Sun Hui Kye y en la víspera del 26 de Julio, fecha trascendental para su país, vio escapar la oportunidad de coronarse bajo los cinco aros.
No obstante, el Georgia World Congress Center no iba a quedarse con una mala imagen de la deportista cubana, pues luego se impuso por wazari a la española Almudena Muñoz y regresó a casa con una presea bronceada colgada en su cuello.
En Sydney, Legna asistía a su tercer compromiso estival, pues debutó en Barcelona 1992 sin cumplir los 20 años de edad y allí no le fue nada bien. Su inexperiencia resultó clave en la justa y perdió en el pase a las medallas, por lo cual el entrenador Ronaldo Veitía la despojó de la capitanía del conjunto, que solo pudo recuperar doce meses después cuando triunfó en la lid del orbe.
Australia no había reconocido aún a ninguna medallista cubana en el judo, es más, ni siquiera se había logrado la primera presea dorada de la delegación, y Legna podía conseguirla. Sin embargo, el combate frente a la difícil japonesa Noriko Narazaki, ganadora de bronce en Atlanta y su victimaria en el Mundial de Birmingham 1999, puso a prueba toda su capacidad técnico-táctica.
Eran las 06:25 de la madrugada en Cuba aquel 25 de septiembre y este redactor se aprestaba a partir hacia La Habana, como todos los domingos luego de pasar el fin de semana con sus familiares en el interior. Encendí el televisor para aprovechar hasta el último momento antes de la partida, pero el panorama era desalentador.
La cubana iba debajo por wazari, la segunda nota más alta, así que las cosas pintaban bastante mal, mientras el cronómetro seguía corriendo. Descontó con una koka por amonestación a su contraria, que se limitaba a esquivar los constantes ataques de la antillana.
Entonces, a falta de un minuto para el final del pleito, Legna atrapó la solapa de Narazaki, interpuso su pierna y…!Ippoooooon! Grité a todo pulmón mientras salía corriendo hacia la calle porque se me escapaba el tren. No sé si fue gracias a ella (Legna al revés es Ángel), pero esa madrugada el tren hizo una parada más larga y me dio tiempo de abordarlo.
Luego supe que la flamante monarca olímpica había sufrido una fractura de clavícula en su primer combate, por lo que tuvo que sobreponerse al dolor en el resto del certamen. Pero lo más importante ya lo tenía, la medalla dorada, la primera para Cuba en Sydney. El único rostro no asiático en el podio de los 52 kilos, completado por Narazaki, Kye y la china Lyun Yuxiang.
Frustrada bailarina, esta manzanillera de nacimiento, pero holguinera de corazón, pues antes de cumplir dos años se mudó a la Ciudad de los parques, practicaba también voleibol y baloncesto cuando niña, porque era muy activa.
Se inscribió en judo en una academia ubicada en la salida de San Andrés, en 1985. Era tanto su empeño cuando empezó en el judo que una vez se fracturó la clavícula y no dijo nada en la casa, cuando la llevaron al médico ya la fisura estaba prácticamente sellada.
Recuerda que por su dedicación al entrenamiento y su aprendizaje, a los seis meses la captaron para la EIDE Pedro Díaz Coello, donde conoció a sus primeros profesores, Alberto Rodríguez y Rodolfo Fleitas, y poco después ganó su primera medalla de oro en los Juegos Escolares Nacionales, con 13 años de edad.
Siempre tuvo problemas para hacer el peso y en una ocasión durante una gira europea estuvo tres días sin comer para no perder en el pesaje.
Su abultado palmarés recogió además de las preseas de Atlanta y Sydney el cetro mundial de la categoría juvenil en 1990 y el de mayores en 1993, además de una plata y tres bronces en este tipo de certámenes, y tres primeros puestos en Copas del Mundo (1995, 1997 y 1998).
Igualmente ocupó el primer puesto en los Juegos Mundiales Universitarios de Palma de Mallorca 1999, segunda en Fukuoka 1995 y tercera en Sicilia 1997, y constituye la máxima ganadora del Torneo Internacional Judoguis Dorados, que se efectúa en Cuba, con 10 títulos, de 1991 al 2000.
En Juegos Panamericanos subió a lo más alto del podio en La Habana 1991, Mar del Plata 1995 y Winnipeg 1999, además de cinco veces en torneos continentales de la disciplina, y en Centroamericanos y del Caribe salió exitosa en México 1990, Ponce 1993 y Maracaibo 1998.
Asimismo, en los Torneos Europeos Clase A comprendidos entre 1997 y el 2000 conquistó 16 preseas doradas, dos plateadas y tres de bronce, con 93 peleas ganadas (50 por ippón) y sólo cinco perdidas.
Con mucho cariño recuerda las nominaciones como mejor deportista juvenil cubana en 1990, mejor deportista de Cuba en 1993 y el 2000, y su inclusión entre los 100 mejores atletas del siglo XX en la mayor de las Antillas.
Se retiró oficialmente el 16 de enero de este año en el Ateneo holguinero Fernando de Dios Buñuel, donde recibió el sexto dan de judo, primera mujer cubana con tal distinción, y el anillo que la acredita como miembro del Salón de la Fama de la Unión Panamericana de Judo, en el cual había sido incluida a mediados del 2006.
En la actualidad realiza labores como entrenadora y disfruta de sus hijos Javier y Eylen. ¡Felicidades, campeona! Fuente: EXCLUSIVO, 29/10/07
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