PorLuis de la Paz
El salón donde el poeta Pío E. Serrano recibe a los amigos en Madrid es pequeño, pero muy acogedor, como ha de ser el lugar de trabajo de un escritor, que a su vez es editor, pues desde 1990 dirige la Editorial Verbum. Mientras conversa, sin dejar de prestar suma atención a las palabras y las ideas que se manejan, extrae de una gaveta una pipa que coloca ceremoniosamente sobre el escritorio, extiende una funda donde guarda la parafernalia necesaria para preparar la fumada. Despacio limpia todo residuo de picadura, destupe, sopla, apisona el tabaco fresco, prende fuego, succiona profundo —el aroma impregna intensamente el ambiente—, y satisfecho se relaja, se echa atrás y continúa la charla sobre literatura, política, y las dificultades que confrontan los escritores cubanos exiliados.
Pero antes de entrar en esos tópicos me habla de San Luis, su pueblo natal en la provincia de Oriente. Cuenta de sus estudios de filología hispánica y de las conferencias y cursos que ha impartido en diversas universidades europeas. Yo sé que estuvo vinculado a los movimientos literarios El puente y El caimán barbudo, y de eso también conversamos. Desde luego que la revista Encuentro, que fundó en Madrid junto a Jesús Díaz es un tema sumamente interesante, pero yo prefiero preguntarle de A propia sombra, Primer cuaderno de viaje, Segundo cuaderno de viaje y Poesía reunida, es decir, conversar de su obra, de sus triunfos personales.
LP.— Háblenos de su poesía, y díganos si podemos esperar un Tercer cuaderno de viaje.
PS.—Mi poesía se mueve lenta, como aquel caracol en el rectángulo del que hablaba Lezama. No soy precisamente lo que se llama un autor prolífico y, por tanto, los impulsos poéticos me sobrevienen de manera muy lenta y larvada. Como usted sabe, mis libros se forman por aluvión, en un moroso deshojar, en una reposada degustación del objeto poético; nunca he cedido a la tentación del "libro unitario", confieso que carezco de ese prolongado aliento épico o lírico. La poesía se produce en mí como un relumbrón, un descubrimiento aparentemente inmediato pero que en resquicios ocultos de mi interior se ha ido cociendo a fuego lento. En una gaveta de mi escritorio, como capas geológicas, se van acumulando los poemas que, alguna vez, formarán el tercer cuaderno de viaje.
LP.— Verbum se ha abierto paso en el mundo editorial español gracias a la calidad de los libros publicados. ¿Cómo nació su editorial?
PS.— Editorial Verbum nació en 1990 en un momento de mi vida en que debí optar por poner en el mercado de trabajo mis conocimientos del mundo editorial o arriesgarme a fundar un nuevo proyecto propio con absoluta libertad para su ideación, con sus goces y sus sombras, también con sus inevitables riesgos. Haber podido contar entonces con la insuperable colaboración de Aurora Calviño, Administradora de la editorial, fue un factor decisivo para que el proyecto fuera realidad y que haya tenido continuidad. A nuestro fondo de textos relativos a la enseñanza del español hemos añadido algunas breves colecciones especializadas: Ensayo, Teatro, Narrativa y Poesía. En todas ellas hemos querido privilegiar, en primer lugar, la presencia cubana, además de la hispanoamericana y española. Para nosotros es un orgullo poder presentar en nuestro catálogo títulos tan relevantes como La Habana de José Lezama Lima, Poesía Completa de Gastón Baquero, Cartas de Severo Sarduy, Cartas a Eloísa y otra correspondencia de Lezama, los volúmenes de Teatro de José Triana y de José Abreu Felippe, o los excelentes volúmenes de ensayos, sobre poesía de José Olivio Jiménez y sobre Lydia Cabrera de Mariela Gutiérrez, entre otros. Ahora preparamos la edición de los Diarios de Lezama Lima.
LP.— Su editorial ha creado un premio literario en honor al desaparecido poeta Gastón Baquero. Denos detalles del concurso.
PS.—El Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero nació de la idea de perpetuar, en lo posible, el nombre de un gran poeta y a la vez un gran olvidado. Por una suma de razones varias, la altura poética de Baquero no ha alcanzado todavía el alto reconocimiento que merece. Este premio y otros proyectos que impulsamos, entre ellos su traducción a otras lenguas, servirá a ese propósito. Al año siguiente de la muerte de Baquero se falló el primer premio, que correspondió a un poeta español radicado en Nueva York y el segundo a dos poetas cubanos, Efraín Rodríguez Santana y Carlos Sotuyo. Para acceder al concurso hay que enviar a Verbum (A.P. 10.084, 28080 Madrid) tres copias de un poemario de entre 500 y 800 versos, anónimo con lema y plica, antes del 6 de febrero del 2000. El jurado, como siempre, estará formado por críticos y poetas de reconocido prestigio: un español, un hispanoamericano y un cubano
LP.— A los escritores exiliados, fundamentalmente a los de Miami, les ha resultado más difícil abrirse paso en el campo editorial español que, digamos, a los que residen en la isla. ¿A qué atribuye usted ese hecho?
PS.—Lamentablemente Miami ha sido un territorio satanizado por la progresía analfabeta internacional. Ha sido una campaña cuyo origen ha estado en La Habana y que no ha dejado de encontrar un eco recurrente durante décadas. Sin embargo, creo que hoy esa neblina se va levantando y tanto los editores como los agentes literarios están más sensibilizados a la calidad literaria de los autores que a viejos prejuicios. En muchos sentidos la imagen de Miami se ha ido corrigiendo en Europa gracias a su Feria del Libro, a sus Festivales de Música y de Cine, al éxito de sus pintores. Por otra parte creo que los creadores miamenses deben perder su complejo de inferioridad y luchar por estar presentes en Madrid y Barcelona. No quiero hacer una nómina de los excelentes autores que conozco en Miami porque sería muy larga.
LP.— ¿Cómo se percibe la situación política y cultural de Cuba desde Madrid, donde vive usted exiliado?
PS.—Los que hemos vivido el exilio en España hemos debido atravesar por un largo período de silencio y de hostilidad. Por paradójico que parezca, tanto la dictadura franquista como la progresía ilustrada se sintieron desde temprano atraídos por el régimen cubano. Pesaba en el inconsciente colectivo español el "desastre del 98" y una profunda e irracional animadversión hacia Estados Unidos. Confundieron a Castro con el David vengador de sus propias humillaciones. A pesar de ello, siempre recuerdo con emoción el premio literario obtenido en España en 1981, a pesar de las reticencias izquierdistas, por ese excelente poeta que es Armando Álvarez Bravo. Sin embargo, desde hace cierto tiempo existe una práctica unanimidad en los medios al considerar al régimen cubano como lo que es, una dictadura totalitaria, y a su dirigente máximo como una rémora histórica. Luego vienen los matices, como en el caso del ambiguo libro sobre Cuba de Vázquez Montalbán en un extremo y la novela de J.J. Armas Marcelo en el otro. En el reciente viaje de los Reyes a la Cumbre se ha sabido distinguir entre la significación fría y protocolar de una visita institucional y el viaje oficial, de Estado a Estado, con el que Castro hubiera querido beneficiarse. Un viaje, este último que el gobierno español no está dispuesto a aceptar. Por otra parte no pueden olvidarse la polémica plural siempre abierta en Europa sobre la ley Helms-Burton, los intereses de los inversionistas españoles y la política de ayuda cultural a los cubanos que viven en la isla.
El salón donde el poeta Pío E. Serrano recibe a los amigos en Madrid es pequeño, pero muy acogedor, como ha de ser el lugar de trabajo de un escritor, que a su vez es editor, pues desde 1990 dirige la Editorial Verbum. Mientras conversa, sin dejar de prestar suma atención a las palabras y las ideas que se manejan, extrae de una gaveta una pipa que coloca ceremoniosamente sobre el escritorio, extiende una funda donde guarda la parafernalia necesaria para preparar la fumada. Despacio limpia todo residuo de picadura, destupe, sopla, apisona el tabaco fresco, prende fuego, succiona profundo —el aroma impregna intensamente el ambiente—, y satisfecho se relaja, se echa atrás y continúa la charla sobre literatura, política, y las dificultades que confrontan los escritores cubanos exiliados.
Pero antes de entrar en esos tópicos me habla de San Luis, su pueblo natal en la provincia de Oriente. Cuenta de sus estudios de filología hispánica y de las conferencias y cursos que ha impartido en diversas universidades europeas. Yo sé que estuvo vinculado a los movimientos literarios El puente y El caimán barbudo, y de eso también conversamos. Desde luego que la revista Encuentro, que fundó en Madrid junto a Jesús Díaz es un tema sumamente interesante, pero yo prefiero preguntarle de A propia sombra, Primer cuaderno de viaje, Segundo cuaderno de viaje y Poesía reunida, es decir, conversar de su obra, de sus triunfos personales.
LP.— Háblenos de su poesía, y díganos si podemos esperar un Tercer cuaderno de viaje.
PS.—Mi poesía se mueve lenta, como aquel caracol en el rectángulo del que hablaba Lezama. No soy precisamente lo que se llama un autor prolífico y, por tanto, los impulsos poéticos me sobrevienen de manera muy lenta y larvada. Como usted sabe, mis libros se forman por aluvión, en un moroso deshojar, en una reposada degustación del objeto poético; nunca he cedido a la tentación del "libro unitario", confieso que carezco de ese prolongado aliento épico o lírico. La poesía se produce en mí como un relumbrón, un descubrimiento aparentemente inmediato pero que en resquicios ocultos de mi interior se ha ido cociendo a fuego lento. En una gaveta de mi escritorio, como capas geológicas, se van acumulando los poemas que, alguna vez, formarán el tercer cuaderno de viaje.
LP.— Verbum se ha abierto paso en el mundo editorial español gracias a la calidad de los libros publicados. ¿Cómo nació su editorial?
PS.— Editorial Verbum nació en 1990 en un momento de mi vida en que debí optar por poner en el mercado de trabajo mis conocimientos del mundo editorial o arriesgarme a fundar un nuevo proyecto propio con absoluta libertad para su ideación, con sus goces y sus sombras, también con sus inevitables riesgos. Haber podido contar entonces con la insuperable colaboración de Aurora Calviño, Administradora de la editorial, fue un factor decisivo para que el proyecto fuera realidad y que haya tenido continuidad. A nuestro fondo de textos relativos a la enseñanza del español hemos añadido algunas breves colecciones especializadas: Ensayo, Teatro, Narrativa y Poesía. En todas ellas hemos querido privilegiar, en primer lugar, la presencia cubana, además de la hispanoamericana y española. Para nosotros es un orgullo poder presentar en nuestro catálogo títulos tan relevantes como La Habana de José Lezama Lima, Poesía Completa de Gastón Baquero, Cartas de Severo Sarduy, Cartas a Eloísa y otra correspondencia de Lezama, los volúmenes de Teatro de José Triana y de José Abreu Felippe, o los excelentes volúmenes de ensayos, sobre poesía de José Olivio Jiménez y sobre Lydia Cabrera de Mariela Gutiérrez, entre otros. Ahora preparamos la edición de los Diarios de Lezama Lima.
LP.— Su editorial ha creado un premio literario en honor al desaparecido poeta Gastón Baquero. Denos detalles del concurso.
PS.—El Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero nació de la idea de perpetuar, en lo posible, el nombre de un gran poeta y a la vez un gran olvidado. Por una suma de razones varias, la altura poética de Baquero no ha alcanzado todavía el alto reconocimiento que merece. Este premio y otros proyectos que impulsamos, entre ellos su traducción a otras lenguas, servirá a ese propósito. Al año siguiente de la muerte de Baquero se falló el primer premio, que correspondió a un poeta español radicado en Nueva York y el segundo a dos poetas cubanos, Efraín Rodríguez Santana y Carlos Sotuyo. Para acceder al concurso hay que enviar a Verbum (A.P. 10.084, 28080 Madrid) tres copias de un poemario de entre 500 y 800 versos, anónimo con lema y plica, antes del 6 de febrero del 2000. El jurado, como siempre, estará formado por críticos y poetas de reconocido prestigio: un español, un hispanoamericano y un cubano
LP.— A los escritores exiliados, fundamentalmente a los de Miami, les ha resultado más difícil abrirse paso en el campo editorial español que, digamos, a los que residen en la isla. ¿A qué atribuye usted ese hecho?
PS.—Lamentablemente Miami ha sido un territorio satanizado por la progresía analfabeta internacional. Ha sido una campaña cuyo origen ha estado en La Habana y que no ha dejado de encontrar un eco recurrente durante décadas. Sin embargo, creo que hoy esa neblina se va levantando y tanto los editores como los agentes literarios están más sensibilizados a la calidad literaria de los autores que a viejos prejuicios. En muchos sentidos la imagen de Miami se ha ido corrigiendo en Europa gracias a su Feria del Libro, a sus Festivales de Música y de Cine, al éxito de sus pintores. Por otra parte creo que los creadores miamenses deben perder su complejo de inferioridad y luchar por estar presentes en Madrid y Barcelona. No quiero hacer una nómina de los excelentes autores que conozco en Miami porque sería muy larga.
LP.— ¿Cómo se percibe la situación política y cultural de Cuba desde Madrid, donde vive usted exiliado?
PS.—Los que hemos vivido el exilio en España hemos debido atravesar por un largo período de silencio y de hostilidad. Por paradójico que parezca, tanto la dictadura franquista como la progresía ilustrada se sintieron desde temprano atraídos por el régimen cubano. Pesaba en el inconsciente colectivo español el "desastre del 98" y una profunda e irracional animadversión hacia Estados Unidos. Confundieron a Castro con el David vengador de sus propias humillaciones. A pesar de ello, siempre recuerdo con emoción el premio literario obtenido en España en 1981, a pesar de las reticencias izquierdistas, por ese excelente poeta que es Armando Álvarez Bravo. Sin embargo, desde hace cierto tiempo existe una práctica unanimidad en los medios al considerar al régimen cubano como lo que es, una dictadura totalitaria, y a su dirigente máximo como una rémora histórica. Luego vienen los matices, como en el caso del ambiguo libro sobre Cuba de Vázquez Montalbán en un extremo y la novela de J.J. Armas Marcelo en el otro. En el reciente viaje de los Reyes a la Cumbre se ha sabido distinguir entre la significación fría y protocolar de una visita institucional y el viaje oficial, de Estado a Estado, con el que Castro hubiera querido beneficiarse. Un viaje, este último que el gobierno español no está dispuesto a aceptar. Por otra parte no pueden olvidarse la polémica plural siempre abierta en Europa sobre la ley Helms-Burton, los intereses de los inversionistas españoles y la política de ayuda cultural a los cubanos que viven en la isla.
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